Este texto ha sido extraído de Days of War Nights of Love, que da una explicación alternativa de porque hay gente que se lleva cosas de los supermercados sin pagar, o sea, robando.
Por qué amo el shoplifting de grandes corporaciones.
Nada es comparable a la sensación de euforia, de librarse de las cargas y escapar de las restricciones, que siento al salir de una tienda de una gran corporación con sus productos en mis bolsillos. En un mundo donde todo tiene dueñx; donde se espera de mí que venda mi vida para conseguir el dinero justo para pagar lo mínimo que necesito para vivir; donde estoy rodeadx de fuerzas más allá de mi control o compresión que obviamente no contemplan ni mis necesidades de mi bienestar, esta es la manera de labrarme un trocito de mundo para mí mismx- para devolverle al mundo el efecto que tienen sobre mí.
Es una sensación enteramente distinta a la que siento cuando compro algo. Cuando pago por algo, estoy cerrando un trato comercial; estoy ofreciendo el dinero que he comprado con mi trabajo, mi tiempo y mi creatividad para un producto o servicio que la corporación no hubiera compartido conmigo en ninguna circunstancia. Es decir, tenemos una relación basada en la violencia; negociamos un trueque sin tener en cuenta el respeto mutuo, y sin embargo acorde a las fuerzas que podemos ejercer el/la unx sobre el/la otrx. Los supermercados saben que pueden cambiarme un euro por pan porque pasaré hambre si no lo compro;ellxs saben que no me pueden hacer pagar cuatro euros, porque lo compraré en otro sitio. Por tanto, nuestra interacción gira entorno a amenazas implícitas, no entorno a la estima, y me veo obligadx a dejar algo mío para conseguir algo suyo. Todo cambia cuando hago shoplifting. No sigo negociando con entidades inhumanas, sin rostro, que no les importa mi bienestar; en vez de eso, cojo lo que necesito sin perder nada a cambio.
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